Corría el año de 1980, cuando un popular escritor llamado Stephen King (que hasta entonces, obras como “El Resplandor”, “Apocalipsis” y “Carrie” se situaban como sus primeros “best sellers”), publicó uno de sus cuentos más terroríficos hasta el momento en la revista “Gallery”, mismo que años después reeditaría para añadirlo de manera oficial a su repertorio en el libro “La Niebla”, en 1985.

Su relato, tan irreal como aterrador, contaba la historia de cómo un juguete diabólico de un mono hacía chocar sus platillos para dictar relativamente al azar la trágica muerte de alguien cercano a quien se atreviera a darle cuerda, tentando al usuario, a través del morbo y miedo, a hacerlo una vez más, condenando así su vida y cordura. Esto se veía reforzado en aquella época pues, en ese tiempo, eran populares los “Jolly chimps”, que aparte de su aspecto “creepy”, se les asociaba como juguetes embrujados que se activaban solos a altas horas de la noche.

A pesar de ser una historia de alrededor de 36 páginas y con una trama sencilla pero escalofriante, nadie se había atrevido a adaptarla a un largometraje, hasta hace unos años en los que Osgood Perkins (Longlegs/ Gretel y Hansel) como guionista y director, en compañía de James Wan (El Conjuro / La Noche del Demonio) decidieron hacerlo realidad, permitiéndose jugar con elementos de la trama principal, su experiencia al crear atmósferas de terror y combinarlas con aspectos trágicos y cómicos para así crear una película de terror un tanto diferente a lo habitual, que recuerda lo frágil y horripilante que es la vida y lo circunstancial y un tanto azarosa que es la muerte cuando te toca.

Sinopsis: La vida de Hal y Bill Shelburn ( Theo James) se ven marcadas desde que encontraron a ese maldito mono de cuerda en el armario de su padre, la tragedia los envolverá por el resto de su vida, al menos hasta que puedan deshacerse de el redoblar del tambor de ese juguete que anuncia la muerte de sus conocidos.

En la cinta, Hal nos va contando esta historia, donde resalta cómo es que se intuye que el juguete es el culpable de la muerte de sus allegados y por qué no es tan simple como dejar de hacerlo funcionar, al ser una herramienta que pudiera ayudarle a darle una lección a quien en su infancia lo maltrataba y que, desafortunadamente no salió como esperaba “como la vida misma” como decía el eslogan grabado en la caja del muñeco. Dicho suceso lo condena por el resto de su vida.

A esta trama rodeada de tragedia y sucesos sobrenaturales, se le han añadido algunas cosas que hacen diferenciar de forma prácticamente completa a lo que Stephen King escribió en su cuento, donde, si bien el inicio de la trama es similar, lo consiguiente cambia radicalmente al añadirle tonos cómicos, léperos y burlescos, haciéndote sentir que la película no se toma en serio a si misma. Además, la “circunstancialidad” de muchas de las muertes como se presentan se notan rebuscadas en demasía a grado de ser hartantes casi hacia la mitad de la cinta.

Eso podría dejar de ser un conflicto si se nos mencionara que es una película de comedia y no de terror, pues en la mayoría de las situaciones se nota de esa forma, al cortar un momento desolador o terrorífico con un comentario fuera de lugar o de humor negro (por ejemplo el chiste de la pareja swinger).

Uno de los puntos positivos que podrían destacarse es que la tragedia en esta película se retrata de una forma ciertamente sangrienta, llegando a lo gore y lo explícito de una manera, una vez más, llegando a ser cómica, como sucede por ejemplo, con cintas como “Destino Final” donde se exagera la cantidad de circunstancias que llevan a la muerte de un personaje. A pesar de ello, se ven reflejadas de forma exitosa y de cierta manera logran su cometido de incomodar y sorprender al espectador.

Ante todo esto, la responsabilidad de que esta película se ostente en la categoría del terror es el propio juguete que, si bien hay tomas en las que se vuelve aterrador por su aspecto, no es más que una vasija, es decir, no se siente como una entidad demoniaca o algo que te haga perder la cordura al verlo, no tiene aura, solo es algo así como un teléfono que transmite el mensaje cuando lo hacen funcionar, como la mano de la película “Háblame”. En pocas palabras, si en vez de un mono de cuerda fuera una caracola mágica o una cabeza alien de la suerte de Gamesa no cambiaría nada.

En conclusión, “El Mono” es aquella película que un aguerrido fan del Rey del Terror odiaría pero también la cinta que los fans de Scary Movie y Destino final amarían desde las primeras escenas, al llenar de sátira, comedia y gore las situaciones de terror y muerte, creando un extraño matiz en lo que debió ser una historia muy distinta.

“El Mono” se encuentra disponible en cines a partir del 20 de febrero.

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