Desde 1993 los dinosaurios, la paleontología y los científicos exuberantes se convirtieron en toda una moda y el sueño de muchos infantes que vivíamos fantaseando con un día poder ir a Jurassic Park. La cinta creada por Steven Spielberg se convirtió en toda una franquicia que giraba en torno al periodo donde estas enormes bestias dominaban el planeta tierra y finalmente su legado logró extenderse a través de las generaciones. Tras una no solicitada reinvención y una nueva (ahora) trilogía, las huellas del pasado buscan terminar de consolidarse en Jurassic World: Dominio. ¿Logrará esta secuela devolverle las viejas glorias a la saga? Averígualo en nuestra review SIN SPOILERS.
Jurassic World: Dominio es un largometraje que continúa directamente desde los hechos vistos en Jurassic World: Fallen Kingdom, sin parques recreativos por visitar y con un mundo aparentemente dominado por los dinosaurios al que hay que salvar… o al menos eso nos hacen creer en las escenas finales de la predecesora y también los trailers promocionales. No obstante la trama no tiene nada que ver con la globalización, ni la problemática que conlleva el tener sueltos a estos amiguitos en océanos, selvas y ciudades. Aunque no me lo creas, el meollo de toda la trama son unas langostas gigantes (plaga).
Sí, lo sé, el argumento por sí solo es una verdadera decepción, sobre todo para los que pensamos que por primera ocasión veríamos una película donde en todo el planeta tierra ocurrieran cosas por aquí y por allá, con T-Rex caminando por México y Bronquiosaurios desatando su ira en Nueva York. Pero no, este enorme potencial se ve mal logrado y totalmente desaprovechado, dejándonos con esas ganas de sensación se impacto tan solo para unos minutos que abarcan el inicio de la historia.
Sin afán de entrar en más detalles para no tener que contarles más sobre la trama (que tampoco es nada del otro mundo), los hechos se reducen a una visita en otra isla, donde otra vez hay dinosaurios en cautiverio, y un loco un poco bobo que asumirá el papel de “villano”. No exagero cuando les digo que en ocasiones en vez de sentirme en una película de la saga de Jurassic Park, se tornaba todo a escenas de acción y diálogos calcados de Rápidos y Furiosos.
El esperado reencuentro entre los protagonistas de las cintas que todos conocemos y su reunión con estos chicos encargados de protagonizar las nuevas, se siente totalmente forzado y sin ningún tipo de relevancia. Inclusive hay ocasiones donde pareciera que la producción quisiera no darle al público una pizca de la nostalgia por la que acudimos a la pantalla grande nuevamente y finalizan las melodías clásicas en pocos segundos. Sí, hay algunas referencias que seguramente te sacarán una sonrisa, pero estoy firmemente seguro de que lo mejor es la atinada participación de Jeff Goldblum en el papel de Ian Malcolm. Laura Dern y Sam Neill en pocas ocasiones logran cautivar, aunque seguramente te emocionarás un poco al verlos otra vez juntos.
Por otro lado, Chris Pratt, Bryce Dallas-Howard, Isabella Sermon y DeWanda Wise mantienen un protagonismo un tanto opacado por las ganas que teníamos de volver a maravillarnos con nuestros viejos ídolos. A pesar de que no lo hacen tan mal, sobre todo en el caso de la pareja estelar, resulta poco relevante su trabajo, sobre todo después de tres películas realmente medianonas que no le sacan todo el jugo a una idea que debió morir en la trilogía original.
El trabajo de efectos especiales y diseño de audio es destacable, eso sí, logrando sumergirnos en entornos montañosos, pantanos, bosques y laboratorios repletos de pequeños y grandes dinosaurios por doquier. Además su rediseño, ahora con plumas, es mucho más apegado al que la historia dicta y en general considero que es lo mejor que tiene por ofrecernos Jurassic World: Dominio. Ver en acción al T-Rex siempre es un deleite y aunque el final se siente un tanto raro, si siempre imponente presencia seguro te dejará un lindo sabor de boca. El que no terminó por convencerme es el laureado (por Colin Trevorrow) Giganotosaurio, ya que a pesar de haber sido descrito como “El Joker” se queda cortísimo a comparación de otros enormes adversarios que habíamos visto.
La música en general está bien, pero no es nada destacable. De hecho en este mismo momento ya no recuerdo ninguna de las tonadas que hayan acompañado a los mejores momentos del largometraje y eso ya es mucho decir, ya que suelo ser una persona que repite y repite melodías en su mente. Inclusive el día de la premiere en México estuve silbando y tarareando la ya conocida canción que seguramente tu cabeza está poniendo en ti mientras lees este párrafo.
Como fan de Jurassic Park en verdad esperaba un cierre digno, que al menos nos enganchara de principio a fin con un dulce toque de nostalgia, a la par de lo conseguido en proyectos actuales como Spider-Man: No Way Home, Halloween o SCREAM 5, sin embargo Jurassic World: Dominio se queda en el camino como un triste y lamentable intento por conseguir dinero fácil de los espectadores.
En conclusión, Jurassic World: Dominio es una película entretenida y poco más, que seguramente irás a ver por compromiso y amor a la saga, pero que desearás no volver a repetir. El pretexto de la trama para unir a viejos y nuevos protagonistas resulta tan forzado que a cada momento te preguntarás cómo llegó eso ahí, y por qué el poder del guion es tan complaciente en ocasiones. El trabajo técnico y recreación de los dinosaurios se lleva las palmas y justamente por ello lamento el hecho de que no se haya explorado el caos global que prometían sus trailers promocionales, reduciendo todo a cenizas (literalmente) en una isla aislada de todo. Un blockbuster totalmente desaprovechado que seguramente olvidarás en un par de meses.