La temporada decembrina también se saborea, y Neverías Frody lo tiene claro al presentar una propuesta que conecta de lleno con la memoria colectiva mexicana. Uno de los sabores más emblemáticos del país, el tradicional café de olla, recibe un giro inesperado al transformarse en un helado artesanal que conserva su esencia, pero la lleva a un terreno completamente distinto.
Este nuevo helado mantiene intactos los elementos que hacen del café de olla un clásico: el aroma envolvente de la canela, el dulzor profundo del piloncillo y la intensidad del café. La diferencia está en el formato, que ahora se presenta frío, cremoso y refrescante, sin perder ese carácter reconfortante que suele asociarse con las mañanas, las sobremesas y los momentos de encuentro.
En México, el café no es solo una bebida, sino un ritual cotidiano. Está presente en conversaciones, pausas laborales y reuniones familiares. Las cifras lo respaldan: el 85 % de la población consume entre una y tres tazas al día, y el 97 % de los hogares lo incluye de manera habitual en su consumo. Bajo este contexto, la propuesta de Frody no solo apela al gusto, sino también a la nostalgia y a la identidad cultural.
Con este helado de café de olla, Neverías Frody apuesta por reinterpretar una tradición muy arraigada y adaptarla a nuevas experiencias, ideal para quienes buscan sabores familiares en presentaciones distintas durante las fiestas decembrinas. Una muestra de que la gastronomía también puede innovar sin perder sus raíces, incluso cuando se sirve en forma de helado.
