Después de una trilogía que dividió al fandom, Jurassic World: Renace llega como esa última carta que busca reconciliar a los fanáticos de siempre con una nueva generación que creció viendo dinosaurios hechos por CGI más que por animatrónicos. Y aunque no lo logra del todo, sí entrega una experiencia entretenida, llena de guiños, acción sólida y tres protagonistas que lo dan todo. ¿Qué nos pareció? Averígualo en esta Digital Review.

Tres protagonistas que salvan la película
Uno de los pilares que mantiene en pie a Jurassic World: Renace es sin duda el trabajo sólido de sus tres protagonistas: Scarlett Johansson, Jonathan Bailey y Mahershala Ali. Este nuevo trío protagonista logra algo que se extrañaba en las últimas entregas: química, presencia y compromiso con el material.
Johansson, como Zora Bennett, aporta inteligencia, temple y una presencia que recuerda a lo mejor del legado de Ellie Sattler. Su interpretación tiene matices: es cerebral sin ser fría, y emocional sin caer en lo cursi. Bailey, por su parte, se mete en el papel de un nerd muy cool, el Dr. Henry Loomis quien además es quien brinda carisma y energía. Se nota cómodo en el rol de héroe, pero también tiene momentos más íntimos donde brilla. Y Mahershala Ali, quien interpreta al lider de esta operación donde la misión es incursionar en una isla llena de experimentos fallidos, con la finalidad de recuperar material genético en pro de la humanidad, también sale a flote con momentos protágonicos y heroícos bien puestos en la historia.
Entre los tres sostienen una dinámica que resulta creíble y que le da al guión más sustancia de la que realmente tiene. No reinventan la franquicia, pero le dan un rostro humano digno para esta última entrega.

Una trama sencilla, pero que entretiene
El guion no intenta ser más de lo que puede ofrecer: una historia directa y enfocada. Dinosaurios sueltos, humanos tratando de sobrevivir, y una corporación con planes turbios de fondo. ¿Ya lo vimos antes? Sí. ¿Funciona? También.
A diferencia de sus predecesoras, esta entrega no se enreda con subtramas innecesarias o discursos pseudoecológicos sin rumbo. Aquí, la acción fluye con ritmo, y aunque a veces se siente predecible, nunca se vuelve aburrida. Hay una intención clara de mantener el enfoque en la experiencia del espectador: ver dinosaurios, escapar de dinosaurios y emocionarse con dinosaurios.
Además, se agradece que el tono se mantenga consistente. No hay cambios abruptos ni escenas que parezcan sacadas de otra película. Todo sigue una línea que, si bien no sorprende, sí cumple.

Nostalgia con todas sus garras
Uno de los ingredientes más notorios –y más efectivos a ratos– es el uso de la nostalgia. Renace está plagada de referencias visuales, musicales y narrativas a las primeras tres películas de Jurassic Park. Desde planos calcados hasta frases conocidas, esta cinta busca tocar el corazón del fan de toda la vida.
Hay escenas que parecen homenajes directos a momentos icónicos de 1993, con un respeto claro por la estética de Spielberg y su forma de generar tensión. Incluso se rescatan ciertos temas musicales clásicos que te transportan de inmediato a Isla Nublar.
Ahora bien, esa misma nostalgia a veces se siente más como una muleta que como un recurso narrativo real. Se nota que el guion se apoya fuertemente en la emoción heredada de las películas originales, en lugar de construir momentos nuevos igual de memorables. Y eso, al final, le pasa factura.

¿Originalidad? Extinta.
Aunque la película entretiene, hay que decirlo con todas sus letras: Jurassic World: Renace no tiene ni una pizca de originalidad real. Todo se siente reciclado, no solo de la trilogía original, sino incluso de sus propias entregas pasadas.
El conflicto central es el mismo de siempre (dinosaurios fuera de control + humanos ambiciosos), y el clímax… bueno, tampoco es algo que no hayamos visto antes. Incluso el dinosaurio final, promocionado como “la nueva amenaza”, queda totalmente desaprovechado. Tiene un diseño imponente, sí, pero nunca llega a generar verdadero terror o impacto.
No hay sorpresas, no hay innovación. Es una película que juega a lo seguro y que prefiere repetir la fórmula antes que arriesgarse. Para muchos, eso será suficiente; para otros, puede ser una decepción.

Acción y tensión que cumplen
A pesar de todo, hay que reconocer que Renace tiene varios momentos bien logrados. Las secuencias de acción están bien coreografiadas, con una mezcla justa de suspenso y dinamismo. Hay persecuciones, enfrentamientos cuerpo a cuerpo (sí, con dinosaurios), y hasta escenas que se acercan al terror ligero, recuperando algo del espíritu del primer Jurassic Park.
El diseño sonoro y los efectos visuales siguen siendo top. Algunos escenarios nocturnos con criaturas acechando entre sombras realmente generan tensión. No es terror puro, pero sí hay momentos en los que el corazón se acelera.

¿Y qué tal para los fans?
Aquí es donde la cosa se divide. Si eres fan de la franquicia, seguramente vas a disfrutar el viaje. Las referencias, el respeto por ciertos elementos del pasado, y los personajes conocidos hacen que se sienta como una despedida cálida (aunque algo tibia). Y sí, es mucho mejor que Dominion o Fallen Kingdom.
Pero si no estás emocionalmente invertido, o si esperas algo fresco e innovador, probablemente salgas pensando que fue más de lo mismo. No es una mala película, pero tampoco una que se quede contigo por mucho tiempo.

Conclusión: entretenimiento con sabor a déjà vu
Jurassic World: Renace no revoluciona nada, pero tampoco lo intenta. Es una película que apela al corazón más que a la cabeza, que se sostiene por actuaciones sólidas, acción bien medida y un amor evidente por el legado de la franquicia.
Sí, le falta chispa. Sí, es predecible. Pero también es emocionante, nostálgica y visualmente impactante. Y para cerrar la saga de forma decente, eso basta.

⭐ Calificación final: 7.5/10
✔️ Lo mejor:
Las actuaciones de Johansson, Bailey y Ali
Momentos de acción y tensión bien logrados
La nostalgia que conecta con los fans
Mejor que las dos entregas anteriores
❌ Lo peor:
Falta total de originalidad
Dinosaurio final desaprovechado
Dependencia excesiva de referencias antiguas