El 7 de agosto regresa a salas de cine Demon Slayer: Mugen Train, ahora con una remasterización en 4K y versiones especiales como 4DX. Más que un simple reestreno, se trata de una invitación a revivir un capítulo esencial de Kimetsu no Yaiba, justo antes del desenlace final que nos llevará al Castillo del Infinito. Y aunque muchos ya la hemos visto más de una vez (en cine, en streaming, en Blu-ray o hasta en repeticiones casuales), hay algo que se mantiene inmutable: la muerte de Rengoku siempre duele como la primera vez.

Esta película no es solo uno de los fenómenos de anime más grandes de la historia, sino también una muestra clara de cómo una historia bien contada puede trascender su formato, incluso cuando ya sabemos cómo termina.

Una historia en movimiento

Mugen Train se ubica inmediatamente después del arco del Monte Natagumo. Tanjiro, Nezuko, Inosuke y Zenitsu suben a un tren para reunirse con Kyojuro Rengoku, el Pilar de la Llama, y enfrentar una amenaza demoníaca que ha estado causando desapariciones entre los pasajeros.

Lo que parece una misión más se transforma en una experiencia introspectiva y emocional. El demonio Enmu, que ha fusionado su cuerpo con el tren, usa sueños para atrapar la conciencia de los protagonistas y mantenerlos dormidos mientras planea su muerte. Este recurso narrativo nos permite adentrarnos en el subconsciente de cada uno, revelando sus anhelos, miedos y heridas más profundas. El sueño de Tanjiro, en particular, con su familia viva y sonriente, es de una belleza dolorosa. Es un recordatorio de lo que ha perdido y lo que lo motiva a seguir luchando.

El clímax, sin embargo, no llega con la derrota de Enmu. El verdadero desafío aparece cuando entra en escena Akaza, una de las lunas superiores. Su enfrentamiento con Rengoku es visualmente deslumbrante y emocionalmente devastador. No hay fan que no lo haya revivido en la cabeza más de una vez. Y aunque conocemos cada línea de diálogo, cada mirada, el desenlace golpea igual de fuerte. Siempre.

La llama que encendió todo

En su estreno original en 2020, Mugen Train rompió todos los récords imaginables. Fue la película más taquillera de ese año a nivel global, superando incluso a producciones hollywoodenses que habían pausado su llegada a cines por la pandemia. Recaudó más de 500 millones de dólares y se convirtió en la película de anime más exitosa de todos los tiempos, superando a clásicos como Spirited Away.

Pero más allá de las cifras, lo que realmente marcó un antes y un después fue cómo cambió el juego para las adaptaciones de anime. Hasta entonces, las películas solían ser spin-offs o historias paralelas sin peso real en la trama. Mugen Train se arriesgó a ser un capítulo canónico, esencial, que conectaba directamente con el anime y que, si no lo veías, te perdías parte importante de la narrativa.

Esta apuesta le dio legitimidad a los largometrajes dentro del universo anime moderno. Estableció un nuevo estándar de calidad técnica —con Ufotable brillando al máximo nivel— y demostró que los fans estaban dispuestos a llenar salas si lo que se ofrecía tenía peso emocional y visual. Hoy, ver películas como Jujutsu Kaisen 0, Suzume o The First Slam Dunk en cines es casi normal. Pero en 2020, fue Mugen Train el que encendió esa mecha.

Una pausa antes del final

Este reestreno no llega por casualidad. Con el cierre del arco de la Fortaleza Dimensional Infinita ya en desarrollo, y con la animación del Castillo del Infinito en el horizonte, recuperar Mugen Train en cines es también un recordatorio de lo que está en juego. El sacrificio de Rengoku no fue en vano. Su legado pesa sobre Tanjiro y los suyos, y su impacto sigue marcando cada batalla desde entonces.

La estructura del castillo, con sus combates simultáneos, sus pilares al límite y la confrontación directa con Muzan, no se entendería igual sin el dolor que arrastramos desde el tren. Este arco fue el que rompió la inocencia. Aquí se entiende que, en esta historia, los buenos no siempre sobreviven. Que los pilares no son invencibles. Que el precio de luchar contra los demonios es alto. Verlo de nuevo en pantalla grande, con todos esos matices, se siente más relevante que nunca.

¿Vale la pena verla otra vez?

Para quienes ya la vieron una, dos, o hasta cinco veces, la respuesta rápida es: sí, pero no.

No hay escenas nuevas. No hay líneas extras. No hay montaje extendido ni giros inéditos. Esta es la misma película que ya amamos… pero con una remasterización en 4K que le da una nueva vida visual. En salas adecuadas la nitidez de los paisajes oníricos, la fluidez de los combates y el diseño de color alcanza un nuevo nivel. En 4DX, seguramente la experiencia se volverá aún más inmersiva, con vibraciones, viento y efectos que te sumergen —literalmente— en cada batalla.

Pero el verdadero valor está en revivirla consciente de lo que viene. Saber que estamos a punto de entrar al final del juego le da un peso emocional adicional a cada escena. Y sí, aún con todos esos análisis, el momento de la despedida con Rengoku sigue haciendo un nudo en la garganta. Da igual si lo viste en 2020, en Crunchyroll, o en Blu-ray. Hay emociones que no se diluyen con el tiempo.

Demon Slayer: Mugen Train no es solo una gran película de anime. Es un pilar narrativo y emocional dentro de la obra de Koyoharu Gotouge. Su regreso a los cines no busca reinventarla, sino darle el cierre visual que merece antes del combate final.

Sí, ya la conocemos. Sí, ya lloramos con Rengoku. Pero hay historias que se sienten igual de potentes cada vez que se cuentan. Y esta, sin duda, es una de ellas.

Verla otra vez en 4K no cambia el destino, pero sí lo hace más intenso, más claro, más imponente. Y si estás construyendo la cuenta regresiva hacia el Castillo del Infinito, esta es la parada obligada en ese viaje. Mi única queja es que en la función de prensa prendieron las luces muy rápido y no nos dejaron llorar a gusto.

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