En 2020, Ghost of Tsushima marcó un antes y un después en la manera de narrar historias dentro de los videojuegos. No solo se convirtió en un homenaje a la cultura samurái y al cine de Akira Kurosawa, también consolidó a Sucker Punch como un estudio capaz de crear mundos que respiran, que se sienten vivos y que permanecen en la memoria de los jugadores. Jin Sakai no solo fue un guerrero, fue un símbolo de resistencia, un alma quebrada que encontró en el concepto del “Ghost” un camino para proteger lo que amaba aun a costa de sí mismo. Con el tiempo, este título dejó de ser únicamente un juego y se transformó en una experiencia cultural, una carta de amor a Japón feudal y a la esencia misma de la narrativa interactiva.

Hoy, Ghost of Yōtei no llega como una secuela directa, sino como una nueva historia que amplía el universo y retoma esa esencia del “Fantasma”, pero desde un ángulo completamente distinto. Aquí no seguimos a Jin, sino que acompañamos a Atsu, una onryō —un espíritu vengativo del folclore japonés— que se convierte en la nueva encarnación de esa idea: alguien condenado por la tragedia, pero destinado a dejar una huella imborrable. El juego se atreve a llevarnos a un terreno menos onírico y más visceral, con una narrativa que, aunque parte de la venganza, consigue transformarse en un relato cargado de humanidad, giros sorprendentes y momentos que se sienten eternos.

El espíritu de la venganza y la redención

Una historia independiente que late con fuerza
Ghost of Yōtei no busca repetir la misma fórmula del Tsushima original, y eso queda claro desde los primeros compases. Aunque la premisa inicial de Atsu puede sonar familiar —una historia de venganza contra quienes arrebataron lo más preciado—, lo que distingue a este título es la manera en que ahonda en los personajes. Cada diálogo, cada misión secundaria, cada encuentro, suma piezas para que no solo entiendas el dolor de Atsu, sino el de quienes te rodean. Lo que parecía una narrativa genérica pronto se convierte en un viaje profundamente emocional.

De lo épico a lo íntimo
Si el relato de Jin Sakai fue un poema épico envuelto en paisajes oníricos, la historia de Atsu es un canto visceral. No se eleva hacia lo mítico desde el principio, sino que crece a través de la crudeza de la pérdida, los dilemas morales y los vínculos que se van forjando. La narrativa se siente más terrenal, más cercana, pero igualmente poderosa: cada giro inesperado, cada sacrificio y cada lección se van quedando grabados.

Pero en Ghost of Yōtei hay ocasiones en que las misiones secundarias logran superar en interés y atmósfera a la propia campaña principal. Aunque la historia central tiene un peso narrativo fuerte, son esas aventuras paralelas las que muchas veces terminan sorprendiendo al jugador con giros inesperados, tensiones más íntimas o incluso momentos de exploración que se sienten más orgánicos y memorables que algunos de los grandes enfrentamientos de la trama.

Parte de esa magia radica en que no todo se limita a encargos comunes: varias de estas misiones te llevan a rastrear leyendas, mitos locales e incluso fenómenos sobrenaturales que hacen honor al título del juego. Encontrarse con la posibilidad de perseguir la pista de un fantasma o descifrar la verdad detrás de un relato antiguo aporta variedad y refuerza la inmersión, dándole un matiz casi de crónica folclórica a la experiencia sin caer en el spoiler.

Atsu, la Onryō que conquistó nuestro corazón

De la rabia al carisma
Atsu comienza siendo una protagonista que podría pasar desapercibida, marcada por un deseo de venganza casi arquetípico. Pero el juego sabe dosificar su crecimiento, permitiéndonos ver cómo evoluciona y se convierte en alguien a quien llegamos a querer de verdad. No alcanza el peso icónico de Jin Sakai, pero logra algo igual de valioso: ser un personaje que inspira, que transmite cercanía y que se siente humano pese a su naturaleza espectral.

Aliados, bestias y lazos eternos
Uno de los grandes aciertos del juego es la construcción de sus acompañantes. Cada aliado que se une a Atsu tiene motivaciones, dudas y momentos de vulnerabilidad que enriquecen el relato. Incluso los vínculos con criaturas como lobos o zorros cobran peso narrativo, porque su ayuda no solo sirve para avanzar en mecánicas, sino para darle textura al mundo. Esa red emocional convierte la experiencia en algo más grande que una simple historia de venganza.

El arte de la batalla: acero, pólvora y espíritu

Un arsenal que redefine la jugabilidad
Si Ghost of Tsushima se definía por sus posturas samurái, Ghost of Yōtei apuesta por un arsenal variado que cambia por completo el ritmo del combate. Atsu puede usar la katana con precisión letal, la odachi para golpes demoledores, la lanza para controlar el espacio, la kusarigama para atrapar y desestabilizar, e incluso espadas duales para velocidad y agresión. A distancia, el arco mantiene su mística samurái, pero también se añaden armas de fuego como rifles y pistolas, que aportan potencia pero exigen estrategia al recargar. La batalla se siente más dinámica, más personal, con un sistema que recompensa tanto la agresividad como la paciencia.

El árbol de mejoras: crecer con el mundo
El progreso no depende solo de acumular puntos, sino de tu relación con el entorno. Ayudar a aliados, liberar lobos, guiar zorros o conquistar bases te lleva a altares sagrados donde desbloqueas nuevas habilidades. Cada técnica aprendida refuerza la idea de que tu crecimiento depende del mundo y de los lazos que construyes. La jugabilidad se entrelaza así con la narrativa, convirtiendo cada acción en parte de la transformación de Atsu.

Los enemigos que forjan leyenda
Los jefes destacan por su diseño y mecánicas únicas. El Kitsune, con su escenario nevado y su lenguaje de puzzles, es inolvidable. El Oni, devorador de fuego, transmite brutalidad. La Araña y el Dragón, hijos del antagonista, representan lo impredecible y lo escurridizo. Y al final, el señor Saitō, un maestro de armas, se erige como un duelo que pone a prueba todo lo que has aprendido. No son simples obstáculos, son lecciones en carne viva.

Entre repetición y adicción: la esencia del gameplay

Es cierto que, en ocasiones, la jugabilidad puede sentirse repetitiva. Muchas misiones se reducen a desenfundar tus armas y eliminar rivales, con un ciclo que se repite en bases, caminos y aldeas. Sin embargo, esa repetición no se convierte en monotonía, porque cada combate está respaldado por el peso de la narrativa. El mundo y los personajes se encargan de mantenerte enganchado, y aunque la esencia sea volver a luchar una y otra vez, la tensión y la atmósfera logran que no quieras soltar el control. Personalmente, me mantuvo atado desde el primer capítulo hasta el último, sin detenerme hasta ver los créditos finales.

De igual manera quisiera aplaudir el intento por añadir mecánicas basadas en el DualSense, ya que refrescan lo convencional al convertir acciones como prender fogatas, tocar una canción o cocinar, en elementos importantes para sentir que el control y tú son capaces de trabajar al unísono, como Atsu lo hace con su katana.

Amuletos y armaduras: forjando tu estilo de juego

Uno de los elementos más interesantes en Ghost of Yōtei es la manera en que puedes ir personalizando a Atsu a través de los amuletos. Estos objetos, que se obtienen al explorar, vencer enemigos o cumplir ciertos retos, funcionan como potenciadores que van moldeando tu estilo de combate. No se trata solo de incrementar atributos básicos, sino de añadir habilidades o ventajas específicas: desde mejoras en la regeneración de vida, aumentos en la recuperación de energía, hasta pequeños trucos que cambian tu forma de enfrentarte a las batallas. La sensación de progreso no depende de subir de nivel, sino de la estrategia con la que eliges qué amuletos portar.

A esto se suma el apartado de las armaduras, que no solo cumplen una función estética sino que también aportan estadísticas clave. Elegir la indumentaria adecuada marca la diferencia entre resistir un golpe más o caer en segundos, especialmente en los combates prolongados. Cada pieza que encuentras en el camino tiene un propósito, y la combinación con tus amuletos permite crear sinergias muy potentes. Así, Ghost of Yōtei no solo premia la destreza con la espada, sino también la inteligencia para preparar a Atsu antes de lanzarse al combate.

La dificultad: un camino accesible pero retador

En cuanto a la dificultad, el juego se presenta bastante accesible en sus primeros compases. No es un título que busque frustrar al jugador desde el inicio, lo cual lo hace ideal para quienes quieran adentrarse en este tipo de experiencias sin miedo a ser castigados a cada paso. Sin embargo, este enfoque puede jugar en contra si buscas un reto desde el principio, ya que en dificultad baja o normal el avance puede sentirse demasiado sencillo, casi automático. Por eso, mi recomendación es que, si ya tienes algo de experiencia con juegos de acción, empieces directamente desde una dificultad media-alta para que la aventura no pierda tensión.

Eso no significa que Ghost of Yōtei carezca de verdaderos desafíos. Más adelante aparecen ciertos enemigos y situaciones específicas que exigen toda tu atención, y que incluso podrían poner a prueba a jugadores experimentados. No quiero arruinarte la sorpresa con spoilers, pero puedo decirte que hay enfrentamientos que se sienten como auténticas pruebas de fuego, donde la preparación, el timing y hasta el set de amuletos y armaduras que lleves contigo marcan la diferencia. Es en esos momentos cuando el juego saca a relucir su lado más exigente, demostrando que detrás de su accesibilidad inicial también esconde una dosis justa de dificultad para mantenerte enganchado.

Yōtei: un mundo que respira belleza y dolor

Paisajes que hablan por sí mismos
El trabajo artístico está al nivel —o incluso por encima— del primer juego. Los parajes nevados, las aldeas en ruinas, las auroras sobre las montañas: cada detalle construye una atmósfera que se siente real y mágica al mismo tiempo. Es un mundo que no solo recorres, lo habitas, lo sufres y lo admiras.

Música viva: el alma que acompaña cada paso

El arte visual de Ghost of Yōtei no solo deslumbra por sus paisajes nevados, templos antiguos y luces danzantes de la aurora boreal, sino también por la forma en que cada imagen cobra vida al compás de su música. Las melodías compuestas por Toma Otowa, especialmente en piezas como Atsu’s Theme (con Clare Uchima) y The Yōtei Six, transmiten una profundidad emocional que complementa los escenarios. Hay momentos en los que, mientras recorres aldeas cubiertas de nieve o te adentras en bosques silentes, la música crece, te envuelve y te conduce hacia un entendimiento más profundo de las pérdidas, de los sacrificios. Esos pasajes, lejos de ser mero fondo sonoro, son narraciones musicales que contornean tus aprendizajes y resuenan como un susurro ancestral en cada paso.

Modos de presentación: fantasía visual al compás del cine

Ghost of Yōtei revive un homenaje al cine clásico con el esperado Modo Kurosawa, que regresa desde Ghost of Tsushima con aún más fuerza. Este modo añade un filtro blanco y negro, grano cinematográfico, efectos de viento intensificados y un filtro de audio que evoca las películas samurái de la era dorada, incluyendo diálogos en japonés con sincronización labial para completar la inmersión.
Pero no se queda ahí: también incluye el Modo Miike, inspirado en Takashi Miike, que aumenta el realismo en los combates acercando la cámara, intensificando la sangre y el barro salpicado en escena, ofreciendo una experiencia visual mucho más visceral.
Además, el Modo Watanabe, en colaboración con Shinichirō Watanabe (creador de Samurai Champloo), aporta una atmósfera más tranquila mediante música lo-fi original dirigida por él mismo. Este modo permite disfrutar de exploración y combates con una vibra más relajada y melódica.

El shamisen de Atsu: notas que guían y revelan

Atsu no recorre Yōtei sin un símbolo musical propio: porta un shamisen, ese instrumento de tres cuerdas tradicional, que heredó de su madre y que funciona como medio de conexión emocional y mecánico dentro del juego.  Con él, no solo interpretas canciones, sino que descubres secretos, te guías hacia tesoros ocultos o cosméticos, y la música sirve como brújula en la exploración —una mecánica evocadora de The Legend of Zelda: Ocarina of Time, donde las canciones indican caminos y significados.  Así, el shamisen no es un adorno: es la voz de la historia que Atsu lleva consigo, un eco del pasado que te acompaña en cada derrota, cada revelación, cada paso hacia la redención.

Entre la perfección y las grietas
No todo es impecable: en ocasiones los gráficos pueden lucir borrosos y algunos fallos técnicos se hacen presentes. Pero son detalles menores que probablemente se corrijan con parches. Lo importante es que, incluso con esos tropiezos, la belleza de Yōtei permanece como un lienzo inolvidable.

Sombras compartidas: el ruido de otras sagas

La llegada (hace algunos meses) de Assassin’s Creed Shadows inevitablemente pone a Ghost of Yōtei en una situación de comparación constante. Ambos juegos comparten un Japón feudal envuelto en conspiraciones, venganza y un uso importante del sigilo. La diferencia está en el enfoque: mientras Shadows apuesta por la dualidad de sus protagonistas y un sistema de infiltración mucho más elaborado, Yōtei se mantiene fiel a la crudeza del enfrentamiento directo y al poder narrativo de su protagonista. Esto puede jugarle en contra en cuestión de percepción, porque a ojos del jugador casual podría parecer “otro Assassin’s Creed con otro nombre”. Sin embargo, Ghost of Yōtei sabe mantener su identidad con una atmósfera más oscura, con un protagonismo que fluye hacia lo espiritual y un folclore japonés que lo distancia de la propuesta de Ubisoft.

Dicho eso, me hubiera gustado que Sucker Punch aprovechara más el desplazamiento vertical. Atsu cuenta con un gancho que en teoría podría darle frescura a la exploración, pero en la práctica se siente limitado: o vas a pie, o montas a caballo, sin muchas variantes. En comparación, Naoe en AC Shadows disfruta de una movilidad mucho más vertical, escalando y desplazándose por los escenarios con fluidez. Aquí, el sigilo no termina de sentirse tan pulido, por lo que la mayoría de las veces prefieres el combate abierto en lugar de intentar un acercamiento silencioso. Esa falta de versatilidad en la movilidad y en las herramientas de sigilo hace que, aunque el combate directo brille, la experiencia pierda un poco de dinamismo en la exploración del mundo.

Ecos del pasado: un regalo para los fans

Advertencia de spoiler: Ghost of Yōtei incluye guiños ocultos al legado de Jin Sakai. No forman parte de la trama principal, pero si eres un explorador curioso encontrarás detalles que funcionan como homenajes al Ghost original. Esos momentos no solo son referencias: son puentes emocionales que conectan dos historias separadas, pero unidas por la misma esencia.

El nuevo rostro del Fantasma

Ghost of Yōtei es mucho más que una extensión de Ghost of Tsushima: es la confirmación de que la idea del “Fantasma” trasciende a Jin Sakai y puede tomar nuevas formas. A lo largo de mis 35 horas (divididas en tres capítulos narrativos principales) con Atsu, sentí que esta saga ya no depende de un solo rostro, sino de un concepto: el de la lucha contra la injusticia, el del sacrificio que se transforma en símbolo.

El viaje de Atsu me recordó que la venganza, aunque oscura, puede convertirse en un camino hacia la redención. Sus batallas no son solo combates espectaculares, son metáforas de lo que significa enfrentarse a nuestros propios demonios. Y mientras liberaba lobos, resolvía puzzles o enfrentaba a Saitō, entendí que el verdadero núcleo de esta historia no está en la sangre derramada, sino en la humanidad que se esconde detrás de cada acto.

Al final, Ghost of Yōtei me dejó con lágrimas contenidas, no por la tristeza, sino por la grandeza de lo que significa ser testigo de este universo expandido. La nieve de Yōtei cubre de silencio cada paso que dimos, pero en ese silencio se escucha el eco de algo eterno: el Fantasma no muere, cambia de rostro, de nombre y de espíritu. Y gracias a Atsu, ese eco ahora también nos pertenece.

Epílogo: El eco de un legado eterno

Ghost of Yōtei no es solo un videojuego; es una carta que reafirma que los fantasmas no desaparecen, se reinventan. Sucker Punch ha demostrado que se puede mantener la esencia de una franquicia sin depender del pasado, abriendo un nuevo capítulo que honra a Jin pero no vive a su sombra. Atsu carga con su propio peso, y al terminar su historia entendemos que la franquicia ha encontrado un nuevo corazón. Un corazón que late al ritmo de la nieve, del acero y del recuerdo de quienes luchan por algo más grande que ellos mismos. Y ahí, en ese eco que resuena, está la razón por la que Ghost of Yōtei se siente inmortal.

Calificación: 8.5 / 10

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *